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Article | 17 June 2022 | Español
Niall McDonnell,
Senior Investment Manager, Architas
2022 está siendo un año complicado para los inversores. La inflación se ha disparado hasta sus niveles más altos en 40 años en muchos países, alentada por los continuos problemas de la cadena de suministro y las medidas de estímulo relacionadas con la pandemia, y agravada por el fuerte encarecimiento de las materias primas tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia. Esto ha provocado que los bancos centrales hayan empezado a subir los tipos de interés. El aumento de la inflación ha afectado al poder adquisitivo de los consumidores, lo que, junto los cierres relacionados con la covid-19 en China, ha frenado el crecimiento global. Entretanto, los inversores se han visto afectados por las caídas de los mercados tanto de renta variable como de renta fija.
Y aunque los bonos suelen ser un refugio seguro cuando las acciones descienden, también han registrado importantes pérdidas este año. Y ello porque los mercados mundiales de renta fija están sufriendo la mayor caída en décadas. Mientras tanto, los inversores se preparan para una combinación tóxica de rápidas subidas de los tipos de interés por parte de los bancos centrales que luchan contra la inflación y los riesgos de recesión. Sin embargo, los factores que subyacen a la caída del mercado de renta fija no son inusuales. Más bien, son la velocidad y el alcance de las pérdidas y el consiguiente aumento de los rendimientos lo extraordinario de las circunstancias de la recuperación económica tras la pandemia.
¿Por qué no ha funcionado la diversificación este año? Los mayores niveles de inflación están llevando a los bancos centrales a subir los tipos de interés, lo que hace que los precios de los bonos caigan a medida que sus rendimientos se ajustan a las nuevas expectativas de tipos de interés. Y los inversores no están acostumbrados a sufrir pérdidas tan drásticas en sus carteras de renta fija, sobre todo cuando los mercados de renta variable también se hunden. Uno de los motivos principales de la brusca caída de los precios de los bonos de este año es que, cuando los tipos de interés suben, las perspectivas económicas normalmente son positivas, por lo que los sectores sensibles a la economía se comportan bien, pero con la subida de los tipos y el deterioro de las perspectivas económicas, todos los segmentos del mercado de renta fija se han visto afectados. Pero no es solo la inflación la que distorsiona la relación. Los mercados de renta fija y de renta variable empezaron 2022 con unas valoraciones elevadas con respecto a las medias a largo plazo.
Puede que nos encontremos en un punto de inflexión. Los tipos de interés prácticamente nulos de los bancos centrales no eran sostenibles. A corto plazo, la inflación está ejerciendo una fuerte presión sobre los precios de los bonos. Pero a largo plazo, esto debería ser una buena noticia para los inversores que deseen comprar bonos. Y el aumento de los rendimientos acabará beneficiando a los inversores que tengan bonos en sus carteras. Esto se debe a que la rentabilidad total que se obtiene de un fondo de renta fija es una combinación de la variación del precio y los ingresos de los bonos, y los ingresos van en aumento. La reciente ola de venta de deuda pública supone que pueden volver a su estado anterior a la crisis financiera global como factores de diversificación en caso de producirse una recesión. Eso debería mejorar las perspectivas de las acciones y los bonos a largo plazo una vez que se supere.
Además, podría haber un rayo de esperanza en el horizonte para los inversores en renta fija. Los mercados de deuda pública han empezado a recuperar parte de las fuertes pérdidas sufridas este año, ya que el foco en la inflación disparada se está trasladando a la preocupación por una posible recesión. Por tanto, los inversores podrían pagar un precio si abandonan los bonos ahora. La rentabilidad esperada de los bonos es baja y estos no están ofreciendo todas las ventajas de diversificación que en el pasado. Pero, con el tiempo, deberían seguir ofreciendo ventajas en una crisis, cuando se produce una huida masiva hacia la seguridad.
Los bonos pueden seguir siendo un activo seguro a largo plazo, ofreciendo incluso a los inversores la oportunidad de comprar a los bajos niveles actuales. A menos que usted confíe en su capacidad de acertar con los tiempos del mercado, puede ser mejor seguir un plan a largo plazo. Pero eso implica asumir ciertas pérdidas cuando descienden los precios de las acciones o los bonos. Pero si observamos la relación entre la renta variable y la renta fija, los inversores han disfrutado de un periodo de 20 años en el que cuando las acciones caían, los bonos tenían probabilidades de subir. En algo menos del 30% de los casos, cayeron a la vez; el resto del tiempo, se movieron en sentidos opuestos. Por tanto, el hecho de que el vínculo se haya roto ahora no implica que vaya a seguir así a largo plazo.
Conclusión y perspectivas
Ahora mismo, parece que no hay ninguna clase de activos en la que refugiarse al buscar rentabilidades positivas de inversión, ya que las acciones y los bonos están cayendo en paralelo a un ritmo que no se veía en décadas. Y aunque esperamos que la tendencia continúe a corto plazo, ya estamos viendo algún cambio. Sin embargo, a largo plazo, creemos que la situación se estabilizará al moderarse la inflación. Por consiguiente, la relación entre acciones y bonos debería volver gradualmente a negativa.
Aunque tanto las acciones como los bonos han descendido este año, los títulos de deuda pública han caído mucho más, y cabría esperar que subieran en caso de recesión económica, mientras que la renta variable seguiría cayendo. Un aspecto positivo de cara al futuro es que el aumento de los rendimientos de los bonos implica ahora que usted recibirá más ingresos de sus fondos de bonos dentro de unos años.
Creemos que los inversores deberían tener cuidado al salir de los bonos, a pesar de que la clase de activos ha sufrido en las ventas masivas que han dominado el inicio de 2022. Bajo nuestro parecer, dado el número de subidas de tipos que ya descuentan los mercados, creemos que los bonos podrían ser un refugio seguro si el crecimiento se tornase negativo.